Nada importante
Madrid 1991 aún no ha llegado el euro, no hay teléfonos móviles y la gente puede fumar en cualquier lugar, como el bar de copas donde trabaja Minerva, 20 años, estudiante de sicología. Minerva llegó de su pueblo para estudiar y vive en un piso con una amiga que se acaba de dejar el piso, Por ello, ha publicado un anuncio en busca de nueva acompañante que le ayude a pagar gastos.
En enero de 1991, Minerva aparece salvajemente acuchillada cerca de su domicilio. Junto a ella está el cadáver de Ernesto, 21 años, ex novio suyo desde la adolescencia, celoso e impulsivo. Al lado de su cuerpo se encuentra el arma con la que ha pretendido matar a Minerva y la pistola con la que se ha quitado la vida. Minerva es ingresada en coma en el hospital mientras el encargado de llevar la investigación, el subinspector Campos, quiere dar por zanjado el asunto enseguida. Todas las piezas parecen encajar en lo que sin duda es un crimen pasional, a pesar de que su ayudante, la agente Fuensanta Parrondo considera que se ha hecho todo demasiado deprisa y cómo no, bajo premisas poco consideradas con la víctima.
La doctora Fuentes, una médico con carácter y poco dada a las bromas y comentarios ligeros, consigue sacar del coma y salvar la vida de Minerva, quien, sin embargo, queda sumida en amnesia.
El periodista, Julio Amaya, y su becario, Manuel, son los que buscan de las formas más retorcidas posibles detalles que alimenten el morbo de esta noticia, en esos años tempranos, todavía poco frecuentes en la televisión. Él, que recibe información directa del subinspector Campos a cambio de favores, acudirá a tertulias para acreditar su fama y dar espacio a sus especulaciones.
Pero la historia no se detiene. A comienzos de 2020, el mismo día en que Minerva padeció la agresión que todavía le retiene dormida la memoria, se produce un nuevo asesinato en Madrid. Ese hecho, que investiga la ex agente y ya inspectora Parrondo coincide con que se comienza a hablar de la llegada de un virus desconocido. Minerva, que iba a recibir en la capital la visita de su madre y de Hilda, debe renunciar a ellas y encerrarse en el piso que acaba de comprar, el mismo en la que vivía de joven cuando fue apuñalada por Ernesto y que ha adquirido a la espera de que eso la ayude a reconstruir el antes. Es entonces, cuando comienza a recordar, a hacer visibles olores, sensaciones, voces, luces y presencias que tuvieron lugar casi 30 años antes, cuando estuvo a punto de morir.
En un final vibrante, inesperado y magistral, la protagonista se encontrará con la réplica de lo que vivió en 1991 y que la ha mantenido en una nebulosa, impidiéndole ver que quizás, la persona que más dolor le causó ha estado y está cerca de ella, sonriéndole, apoyándola, compadeciéndola, protegiéndola. Y dispuesta a matarla, esta vez, de verdad.