Rojo
La mano fofa del soldado Rojo encajó la mano aún más fofa del Generalísimo Francisco Franco. Aquel apretón de manos fue el apretón de manos menos viril de la historia de los apretones de manos.
El soldado del bando nacional Conrado Rojo Rojo pasó la Guerra Civil sin más munición que las teclas de su máquina de escribir. El mayor problema al que se enfrentó durante la contienda fue lidiar con sus desafortunados apellidos cada vez que un superior le ordenaba que se identificara.
La vida de soldado se pone patas arriba cuando es trasladado y cambia el confort de su oficina en el Ministerio del Ejército por el horror del Campo de Prisioneros y Colonias Penitenciarias Militarizadas de San Martín del Río Cuervo.
Entre los barracones rodeados de alambradas encuentra, además de a viejos conocidos, una realidad que nadie le había contado: Hambre, miseria, humillación, soberbia, desidia, sometimiento, vejación, enfermedad, y muerte.
Ahí, Rojo descubre que el hombre libre mira hacia adelante, el prófugo hacia atrás, mientras que el preso es incapaz de levantar su mirada del suelo.