Caino

Una mujer desapareció hace 10 años. Un artista obsesionado por una única y definitiva obra maestra. Un asesino en serie en el corredor de la muerte. Un número recurrente: 29.

Veronika Evans, una controvertida fotorreportera de causas nobles, no quiere volver a colaborar nunca más con el Departamento de Policí­a de Nueva York: en sus ojos aún se refleja la estela de sangre de su última investigación, el horror de la verdad está en su corazón. Para recomponerse de las heridas ha viajado a Groenlandia con la intención de documentar la silenciosa matanza de las focas, pero el pasado la alcanza también en la otra punta del mundo. Fisher, el jefe de la Oficina de Detectives, la necesita en Nueva York: a los pies de los leones de piedra de la Public Library ha sido encontrado el cadáver de una mujer. Sentada, maquillada y vestida con traje de noche. Una escena del crimen que parece una obra de arte contemporáneo. Cualquier coincidencia queda totalmente descartada: próximamente en la biblioteca se inaugurará un evento artÍstico de alcance internacional, hermanado con la Biennal de Venecia. Fisher necesita ojos que puedan observar en su lugar y Veronika ha sido incluida en la lista de los VIP. Mientras tanto los cadáveres se triplican. Mismo modus operandi, el mensaje es claro aunque de momento indescifrable. Empieza a clarificarse una posible conexión: una mujer desaparecida desde hace más de diez años, pero esta pista lleva a un callejón sin salida, a un asesino en serie conocido como el Sastre, que está preso y a punto de ser ejecutado con una inyección letal. ¿Qué es lo que une a Caín – así­ es como Fisher llama a los asesinos aún sin identidad – con el Sastre? El único elemento recurrente es el 29, una fecha que se convierte en una amenaza en la ciudad de Nueva York, en la cárcel de máxima seguridad en Virginia y en Venecia. El dí­a de la venganza. El día de la ejecución.  El día de la matanza.